miércoles, 20 de enero de 2010

34: Machu Picchu: Maravilla del mundo


MachupicchuPerú — jueves, 20 de enero de 2011

Nos despertamos a las 4 de la mañana y sin duda alguna hubo algo en los fideos que me cayó mal. Y no me refiero al tornillo que venía de regalo en el plato, puesto que no llegué a tragarlo. Me levanté con acidez estomacal y repitiendo la salsa de tomates al tornillo que me habían servido por la noche. Llovía bastante en Aguas Calientes. Caminamos rápido bajo la lluvia las 6 o 7 cuadras que nos llevaban hasta el lugar donde salían los micros. Para no sufrir tanto bajo la lluvia nos fuimos turnando entre los tres: uno hacía la fila para comprar los boletos y los otros dos esperaban en la fila para subir al micro, que era en la vereda de enfrente donde había unos comercios y podíamos refugiarnos de la lluvia. El trámite fue bastante rápido. Los micros empezaron a llegar enseguida y una vez que tuvimos los boletos en mano nos quedamos tranquilos. En poco más de media hora ya estábamos subiendo a Machu Picchu.









El camino que hacen los micros es en zigzag y es el que puede verse en google maps, o en cualquier fotografía tomada desde las ruinas. Llegamos en 20 minutos junto con el amanecer. Arriba todo era blanco, pura neblina, y una larga fila de personas que esperaban bajo la llovizna. Cuando por fin abrieron la entrada, la fila comenzó a avanzar enseguida. En eso llegaron las dos parejas que habían viajado con nosotros desde Cuzco y que llegaron también al pueblo luego de la caminata de 5 horas del día anterior. Estaban empapados y se pusieron junto a nosotros que ya estábamos cerca de la entrada. Una vez que ingresamos no me sucedió nada de lo que durante meses pensé que iba a pasar: ni me emocioné ni me impresioné ni nada. Fue como haber entrado a cualquier otro lugar. La llovizna  constante era muy molesta y la neblina no permitía ver nada. Uno sabía que estaba en Machu Picchu por el cartel de la entrada nada más. Sólo podíamos ver las terrazas en las que estábamos parados esperando al guía, que resultó ser Freddy, el mismo que nos recibió en Santa Teresa y en Aguas Calientes.










Apenas comenzó la visita guiada una chica se desmayó y la llevaron al servicio médico que queda en la entrada. Comenzamos recorriendo los templos y los sectores más cercanos a las terrazas. Freddy explicó como fue redescubierta la ciudadela y las diferentes hipótesis sobre si fue el refugio de las Vírgenes del Sol, un santuario o un observatorio astronómico. La visita guiada era sumamente interesante. La lluvia, el amontonamiento de gente y el calor que comenzó a hacer resultaban un poco incómodos hasta para sacar una foto. De repente me empecé a sentir un poco mal. Llevábamos más de media hora recorriendo el lugar cuando me di cuenta que algo en mi cuerpo no estaba bien. Probablemente se estuviese bajando la presión. Decidí quedarme sentado sobre una roca mientras el resto del grupo continuaba hacia la última parte del recorrido. Habrán pasado quince minutos cuando la visita se dio por concluída, Matías y José regresaron hasta donde yo estaba y quedamos en encontrarnos en “la casa del guardián” (el sector desde donde se ve toda la ciudad) en una hora más o menos.

Mientras tanto emprendí el regreso a la entrada. Necesitaba ir al baño y el camino de regreso era realmente complicado para una persona que está frunciendo todo su cuerpo para no hacerse encima. Hay que subir, bajar, volver a subir, bajar nuevamente…etc. En verdad creí que no llegaba limpio al baño, pero Dios me acompañó (o Pachacutec ).
Como se acostumbra en Perú y en Bolivia, tuve que pagar un sol para ingresar al baño que encima estaba muy sucio, cosa que me llamó la atención en un lugar tan turístico y tan caro como Machu Picchu. Pero más me sorprendió, después de hacer mis necesidades, dirigirme al servicio médico donde me tomaron la presión y que me dijeran que necesitaba oxígeno y que ellos podían dármelo a cambio de 30 soles. Le di las gracias al enfermero y me senté en una piedra a tomar el oxígeno gratuito de Machu Picchu. Por suerte ya había parado de llover y un sol radiante iluminaba el lugar.

Después de unos veinte minutos, cuando me sentí mejor, fui a sellar mi pasaporte con el logo de Machu Picchu y subí a encontrarme con mis amigos brasileños que me esperaban arriba. Nos detuvimos allí a sacar unas cuántas fotos y a contemplar desde la Casa del Guardián la inmensidad de aquel lugar increíble construído hace 500 años. La niebla prácticamente se había ido y ahora sí podíamos confirmar que estábamos en Machu Picchu.




Más tarde caminamos por detrás de la Casa del Guardián hasta el Puente del Inca. Desde allí puede observarse el otro lado del Urubamba, en las cercanías de Aguas Calientes. El camino es muy angosto y no aconsejable para vertiginosos, aunque se supone que cualquiera que haya llegado hasta allí a esta altura (valga la expresión) ya se ha curado del vértigo. Unos metros antes de llegar al puente el sendero se vuelve más angosto (unos 40 centímetros) y hay una soga amarrada al cerro para poder agarrarse. Sólo Matías y yo llegamos hasta allí, a José le dio un poco de miedo.

Son unos 30 metros hasta que el camino se bloquea con un cerco de madera, ya que más adelante se hace imposible continuar. Pero el puente está ahí nomás y puede verse desde muy cerca. Son apenas unas tablas de maderas apoyadas sobre una construcción en la ladera del cerro. Asusta pensar que los incas anduvieran caminando por ahí como si nada. Cuando regresábamos del puente comencé a sentirme mal de nuevo. Sentía ganas de vomitar y para colmo comenzó a lloviznar otra vez. Nos quedamos sentados un rato en la entrada del puente y luego regresamos hasta la ciudadela. Allí me hubiese quedado toda la tarde contemplando lo que sin duda es una maravilla para los ojos, pero el estómago me decía basta. La niebla por momentos cubría todo el lugar y no se veía absolutamente nada, y en pocos segundos, como por arte de magia, las nubes pasan de largo y Machu Picchu vuelve a aparecer iluminada ante tus ojos. Me retiré de allí con la certeza de que regresaré algún día. Y sé que lo haré.

Mirá el video de este capítulo:
http://www.vimeo.com/14561491












































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