USHUAIA, ARGENTINA, jueves 3 de enero de 2013
Cuarto día en Ushuaia. Después del desayuno, Félix,
Marianela y yo tomamos un taxi en la puerta del supermercado cercano a nuestro
hostel. Laura prefirió quedarse descansando y sumarse a nuestro tour de la
tarde. El taxi nos dejó en la base del Cerro Martial y empezamos a caminar
hacia arriba. La primera parte, desde donde comienza hasta donde termina la
aerosilla fue agotadora. Descansábamos casi cada tres pasos, y parábamos a
tomar agua de un extraño artefacto que Félix traía consigo, y que no funcionaba
muy bien. Había que agacharse mientras otro lo levantaba por el aire para que
el agua saliera del recipiente y cayera en nuestras bocas. Sólo Félix lograba
tomar agua de ahí. Lo mío, y lo de Marianela, era un show de excéntricos.
Al fin llegamos al sector donde comenzaba la nieve, y es que aunque íbamos hacia un glaciar, el mismo se encontraba absolutamente tapado por nieve. Cuando se habilitaron las aerosillas la cantidad de visitantes se incrementó de golpe. Nos llamó la atención un oriental que pasó por al lado nuestro caminando a toda velocidad y en dos minutos llegó a la cumbre. Yo me quedé sentado tras una roca, quería ahorrar energías para la tarde, y mientras contemplaba la privilegiada vista de la ciudad desde allá arriba, Marian y Félix subieron lo poco que quedaba del camino por la nieve.
Volvimos también en taxi y fuimos a comer unas riquísimas
pizzas, muy económicas cerca del centro. Después nos marchamos al hostel donde
Laura nos esperaba para la próxima excursión: la Laguna Esmeralda. Era un paseo
que yo no contemplaba hacer por el elevado costo del tour. Además consistía en
un día completo arriba de una 4x4 y te llevaban incluso hasta los lagos Fagnano
y Escondido. Nosotros pretendíamos ir solamente a la laguna. Habíamos
preguntado a un taxista cuánto nos cobraba para llevarnos hasta la entrada, y
entre la espera y el viaje se nos iban como ciento cincuenta pesos a cada uno.
El dueño del hostel Cruz del Sur nos llevaría en su camioneta por $70 cada uno,
e iría a buscarnos unas horas más tarde.
Nuestro chofer nos explicó que el camino hacia Laguna
Esmeralda estaba señalizado, que siempre siguiéramos las marcas y acordamos que
pasaría por allí a recogernos a las 7 de la tarde. Al llegar nos encontramos
con dos chicas europeas que se hospedaban en nuestro hostel. Habían llegado
hasta allí en unas bicicletas que estaban encadenando a los árboles para
iniciar la caminata.
Bajamos a un costado de la ruta, y ya por empezar no ingresamos por el camino correcto sino por medio del bosque para evitar el lodazal que había donde nos habían dejado. Ese fue el primero de una serie de errores que acabarían con nosotros cuatros “perdidos”, como los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic pero no en una isla misteriosa sino nada menos que en el culo del mundo….literalmente.
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