El tour nos costó 18.000 pesos chilenos e incluía todo lo que antes del viaje había planificado conocer en Iquique: las salitreras, el oasis de Pica, el salar de Pintados y el oasis de Pica, todos estos lugares fieles exponentes de la Pampa del Tamarugal.
Había terminado de leer el libro unos días antes de llegar a Iquique, por lo cual la expectativa por conocer estos lugares se acrecentó y ansiaba tanto estar allí como el espectador que espera a su estrella favorita a la salida del teatro una vez terminada la función.
Las oficinas salitreras eran talleres que funcionaron en el desierto de Atacama entre fines del siglo XIX y hasta mediados del XX. Llegaron a ser más de 170 y en cada una de ellas, cientos de trabajadores vivían con sus familias, criaban a sus hijos y morían, luego se ser sometidos durante años a un trabajo servil cercano a la esclavitud. Allí procesaban el salitre para su exportación, compraban víveres y alimentos en la pulpería de la oficina en la que vivían a precios exorbitantes. No podían comprar en otro lugar, ya que sus salarios eran pagados en fichas que sólo tenían validez en la propia oficina.
Cuando el surgimiento del salitre sintético acabó con la industria en Chile, las oficinas fueron cerradas paulatinamente, y los empleados debieron establecerse en diferentes pueblos cercanos para observar con resignación como cada una de estas oficinas era demolida, saqueada y rematadas sus instalaciones, en un proceso que no dejó siquiera en pie los cementerios donde descansaban los cuerpos de sus padres y abuelos.
Santa Laura es una oficina salitrera en la que aun persisten restos de lo que alguna vez se supuso que sería el tesoro mayor de Chile: la industria del salitre. En el antiguo rancho de empleados funciona hoy el Museo Santa Laura. Allí se conservan hoy todo tipo objetos pertenecientes a los obreros que vivían hacinados con sus familias en casas de un solo cuarto, y también algunos muebles que habitaban la administración de la oficina. Todavían quedan vestigios de algunas casas, el policlínico, el almacén, la plaza y los baños públicos. Pero es sin duda su enorme chimenea construida en hierro y pino oregón lo que la distingue a lo lejos en medio del desierto.
Estas dos oficinas salitreras se encuentran actualmente en restauración, y luego de una lucha de más de dos décadas, la Corporación Museos del Salitre, conformada por ex pampinos que fueron algunas vez víctimas del éxodo de estas salitreras, lograron que en 2005 la UNESCO declarara a Santa Laura y a Humberstone Patrimonio de la Humanidad “por su condición de testimonio excepcional de la era del salitre, fenómeno de alto impacto para la modernización de la agricultura a nivel mundial”.
Mirá el video de este capítulo:
http://www.vimeo.com/15519435
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